martes, 31 de marzo de 2015

Abril ven que te quiero reír

Septiembre te echo de menos. No me malinterpretes, que por aquí todo se puede entender mal. Eres el sí pero no, no vaya a ser que lo que viene sea mejor que lo que hay. El no pero sí, si a veces, y solo a veces, lo que está siendo es lo que parece.

Un vaso de agua, por favor. Cristalina, fría y de frente, que en algún momento necesitamos abrir los ojos y despertar de verdad, por mucho que sean las 12:30 y ya lleves varias horas en pie.
Lo reconozco, me he equivocado, tuve una oportunidad y solo la cogí a medias. Pido reengancharme, volver a estar en la casilla de salida del Monopoly, una 2ª oportunidad…Más bien 3 segundas oportunidades.

La primera para tener el valor de decírtelo claro: Que lo que yo echo de menos es a mí en ti. A mí mirándote con ganas y a todos los que van detrás. Ese Yo radiante, el sonriente desde las 7 a.m., el de la espontaneidad, el entusiasta por las cosas simples, el que hacía magia un Martes cualquiera y me hacía ser alguien que nadie pensaba que podría ser, el de living la vida Vogue. Ese que ahora ha perdido el norte, y me ha hecho irme de vacaciones a buscar un Pepito grillo más soportable.

La segunda para volver a confiar en que lo que viene, sólo con pensarlo, me va a sacar una sonrisa de esas que en cuanto pueden se escapan, por mucho que muevas la cara de forma sutil. Que no se note, solo es una mueca, no vaya a ser que alguien mire y nos vea brillar.

Y ante eso solo puedo decir: Abril ven que te quiero reír.

Que las ganas de sábado en la playa todavía están aquí. Ven porque después de ti llega Mayo y sus noches de princesas y pingüinos (véase príncipe, caballero, gentleman. En caso de rencor, ya sabes a qué parte del diccionario menos amable hay que acudir) Concedámosles el beneficio de la duda y digamos pingüinos, que ellos ya se encargarán de demostrarlo.

La tercera (última y más importante)  para aprender a pedir una segunda oportunidad, primero a uno mismo y luego a los demás. Leer el Manual de cómo tragarse el orgullo sin ahogarse en el intento y pedirle que no se aleje a lo que sea o quien sea que estás dejando marchar. Mira que la peor distancia es la que se siente aún cuando la física es de 2 cm. A ese Yo que ha perdido el norte, quédate:

A ti, a la mejor parte de mí,
te espero en una semana, donde siempre, 
al sur del sur.

Si no tardas mucho, te espero toda una vida.

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