Septiembre te echo de menos. No
me malinterpretes, que por aquí todo se puede entender mal. Eres el sí pero no,
no vaya a ser que lo que viene sea mejor que lo que hay. El no pero sí, si a
veces, y solo a veces, lo que está siendo es lo que parece.
Un vaso de agua, por favor.
Cristalina, fría y de frente, que en algún momento necesitamos abrir los ojos y
despertar de verdad, por mucho que sean las 12:30 y ya lleves varias horas en pie.
Lo reconozco, me he equivocado,
tuve una oportunidad y solo la cogí a medias. Pido reengancharme, volver a
estar en la casilla de salida del Monopoly, una 2ª oportunidad…Más bien 3 segundas oportunidades.
La primera para tener el valor de
decírtelo claro: Que lo que yo echo de menos es a mí en ti. A mí mirándote con
ganas y a todos los que van detrás. Ese Yo
radiante, el sonriente desde las 7 a.m., el de la espontaneidad, el entusiasta
por las cosas simples, el que hacía
magia un Martes cualquiera y me hacía ser alguien que nadie pensaba que podría
ser, el de living
la vida Vogue. Ese que ahora ha perdido el norte, y me ha hecho irme
de vacaciones a buscar un Pepito grillo más soportable.
La segunda para volver a confiar
en que lo que viene, sólo con pensarlo, me va a sacar una sonrisa de esas que
en cuanto pueden se escapan, por mucho que muevas la cara de forma sutil. Que
no se note, solo es una mueca, no vaya a ser que alguien mire y nos vea
brillar.
Y ante eso solo puedo decir: Abril ven que te quiero reír.
Que las ganas de sábado en la playa todavía están aquí. Ven
porque después de ti llega Mayo y sus noches de princesas y pingüinos (véase
príncipe, caballero, gentleman. En
caso de rencor, ya sabes a qué parte del diccionario menos amable hay que
acudir) Concedámosles el beneficio de la duda y digamos pingüinos, que ellos ya
se encargarán de demostrarlo.
La tercera (última
y más importante) para aprender a pedir
una segunda oportunidad, primero a uno mismo y luego a los demás. Leer el Manual de cómo tragarse el orgullo sin
ahogarse en el intento y pedirle que no se aleje a lo que sea o quien sea que
estás dejando marchar. Mira que la peor distancia es la que se siente aún
cuando la física es de 2 cm. A ese Yo que ha perdido el norte, quédate:
A ti, a la mejor parte de mí,
te espero en una semana, donde siempre,
al sur del sur.
al sur del sur.
Si no tardas mucho, te espero toda una vida.