lunes, 15 de junio de 2015

¿Cuánto cuesta este echar de menos?

A echar de menos no se empieza, simplemente te das cuenta cuando te invaden las ganas de volver o de que vuelva eso que te falta.

Tu mente es la ola que te revuelca, te enseña los recuerdos en fotos con los bordes en blanco simulando la espuma de esta marejada. Para algunos es la boya que abrazan con los 5 sentidos, pero es el olfato el que hace volar la memoria. Paradójicamente, se siente un inexplicable vacío cuando realmente estás lleno por dentro.

Es justo el segundo antes de coger carrerilla para tirarte de cabeza a unos brazos, una playa o al mirar de unos ojos que ya no miran igual.
Hay días en los que es sentir que has perdido algo valioso y no recuerdas qué es.


Echar de menos es mirar atrás. Es el balance entre lo que hubo y lo que queda y por eso es la renta que siempre te sale a devolver

Para quien todavía no esté metido en el mundo de las finanzas, todo se resume en si te sale a devolver o te sale a pagar. En nuestras finanzas personales, añorar es “la vuelta”  del cariño que has dado, es “el cambio”  que recibes cuando das de ti más de lo necesario. Son las veces que pagaste con un billete grande y hasta dejaste la propina.

Es el precio que se paga por no quedarte en la línea que separa lo suficiente de quedarse corto, es superar con creces ese umbral, es el coste de lo vivido y lo querido. Si nuestro tiempo se equiparase al dinero, los recuerdos serían el dividendo que recibes por las horas que firmaste desembolsar.

 Que todos somos accionistas de personas y lugares por los que invertimos todo lo que tenemos, a veces nos invertimos a nosotros mismos esperando que, cuando haya que ajustar cuentas y toque añorar, nos siga saliendo un beneficio.

También es la cruz de la moneda que ya no te queda, esa que te quitaron demasiado pronto. La deuda que la vida y el tiempo siempre tendrán contigo. 
Son las veces que se han quedado en números en rojos dejándote a ti con Las cosas que no nos dijimos. Y las que quedan.
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Toda cruz tiene su cara, el lado brillante que hay que intentar mirar en todo, se llama Presente. Echar de menos es la cruz y la cara que está en manos del destino y del azar. Mil veces será cruz y mil y una será la cara que te recuerda por qué sí hay que invertir. 

Te recuerda en qué se te fue el tiempo, en quién invertiste todo tu capital y quién lo hizo en ti. 


Te impulsa a hacer esa llamada, a buscar el boceto de ese proyecto, a aprender a conformarse con un abrazo virtual de esos que se dan muy fuerte, a decir te echo de menos y todo lo que se quedó en el tintero.

Es entonces cuando ves la moneda con dos caras convirtiendo el echar de menos en las ganas de las ganas. Ganas de seguir pagando a medias, volcar todos tus bolsillos e invertir todo de ti, hasta el centro de la gravedad. 
Porque el costo de añorar nunca será tan alto como el beneficio de saber que muy pronto ya no tendrás que echar más de menos.


P.D: El mejor paraíso fiscal es el que se crea cuando ambas partes deciden invertir su moneda de dos caras.