martes, 14 de noviembre de 2017

Hasta quedarnos sin aliento

Algunos soñamos con alcanzar la perfección, ese estado ideal que sabemos no puede ser real, al menos no todo el tiempo. Existen momentos inmejorables, casos puntuales en los que damos lo mejor de nosotros mismos y todo a nuestro alrededor es eso, simplemente perfecto.
Aspiramos a alcanzar ese estado algún día, pero lo cierto es que ni cuando respiramos lo hacemos al 100%. De forma general, se admite como valor normal un margen de 0.8 a 1. Si estás dentro de ese límite, puedes darte por satisfecho. Inspiramos, nos armamos de valor y con todas nuestras fuerzas intentamos llegar a lo máximo, para después soltarlo todo, hasta la última gota de aire. 

En eso consiste la espirometría. Nos ponemos a prueba, medimos nuestra capacidad de respirar, y aunque sabemos que no podemos alcanzar ese valor de 1, 10, 100 o el límite máximo, cada segundo, con cada bocanada de aire, seguimos respirando como si nos fuera la vida en ello. 


Inspiramos, espiramos, una y otra vez, todo lo que podemos hasta quedarnos sin aliento. Y esa forma de inflar y desinflar nuestros pulmones hasta la extenuación, la aplicamos a cada desafío que se presenta en nuestra vida.
Porque si lo miras en perspectiva, cada una de esas respiraciones casi perfectas, nos sitúa más cerca de donde queríamos estar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario