Hasta 3 veces en el mismo día se
refirieron a mí diciendo que era dulce. Llegue incluso a ver escrito y bien
grande: “c o m o a l g o d ó n d e
a z ú c a r”
No
voy a negarlo, pero no hay peor mentira que una verdad a medias. Puedo serlo,
puedo enredarme y darle mil vueltas a algo por mucho que sea simple como un
palo, aún así sigo sin serlo. Verás que al tacto es suave, hasta que en la boca
se derrite y se vuelve pegajoso. Si quiero, contigo puedo serlo, solo si quiero
puedo rozar suave tu mano pero dejándote marcado. Como algo inesperado.
En cualquier caso el final siempre es el mismo, es ese punto en el que
te pones perdido, tanto que se vuelve empalagoso. Lo siento pero eso si que no
puedo serlo, lo dice el 1º principio de mi lista de principios: No ir en contra
de tus principios.
Es así, soy todas las veces que
he salido corriendo de esa situación de agobio y de personas bañadas en
caramelo.
Primer defecto, por ser dulce
tengo un límite. No lo aguanto, no puedo cuando demasiado es demasiado. Hay una
concentración de azúcar a partir de la cual me saturo.

Entre dulce o salado la respuesta
siempre será dulce, pero no me prives de la sal. ¿Puede el agua del mar no ser
salada? Y es que también puedo ser agua, porque mirando en profundidad, en
esencia soy j a r a b e. No me vendo, en todo caso me dispenso y quien me conoce
sabe que en pequeñas dosis.
No quieras todo de golpe, se que más de una han
sido las veces que he sido los pequeños detalles
que significan mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario